Detener a un presidente de la República no es algo que ocurra todos los días.
“El 7 de diciembre del 2022 llegué como de costumbre a Palacio de Gobierno, a las 7 de la mañana. A las 9 tenía programada una reunión con el jefe de la Dirección de Seguridad de Estado, el general PNP Iván Lizzetti Salazar. Ese día se había previsto que se permitiera el ingreso de las personas a la plaza de Armas, por lo que debíamos hacer las coordinaciones correspondientes”, relató a La República el coronel PNP Walter Ramos Gómez, quien en esa fecha se desempeñaba como jefe de la División de Seguridad Presidencial, de la unidad de Seguridad del Estado de la Policía Nacional.
“De un momento a otro, recibí una llamada de inteligencia de Seguridad de Estado. Me advirtieron de una posible fuga del exmandatario, como lo hizo el exministro de Transportes y Comunicaciones, Juan Silva Villegas. ‘¡No se preocupe, mi coronel! ¡El presidente (Castillo) está en su despacho! ¡La gente (de Seguridad) está mosca!, informé al coronel Miguel Navarrete, de Inteligencia de Seguridad del Estado”, narró el coronel Walter Ramos.
Todavía no se tenía la certeza de que Pedro Castillo, al ver que su llamamiento para cerrar el Congreso y tomar el control del Ministerio Público y el Poder Judicial, no surtió efecto, por lo que precipitó su intento de salir del país.
“Aproximadamente, a la 1 y 15 de la tarde, una de las ‘sombras’ (guardaespaldas) del presidente habló por radio: ‘¡Cofre (vehículo presidencial) en rotonda, cofre en rotonda!’, lo que significaba que el presidente iba a salir. Al preguntar la razón, el jefe de escolta presidencial, mayor PNP Luis Alarcón Trujillo, me informó que Pedro Castillo se iba a una ‘comisión reservada’. ‘¡Salida reservada!’, comunicó el suboficial Nilo Irigoin Chávez al chofer del ‘cofre’, el suboficial PNP Josep Grández López. ‘¿A dónde van ?’, pregunté. ‘¡Salida reservada, mi coronel!’, repitió el suboficial Irigoin. Sin embargo, ya me habían advertido sobre una posible fuga, así que decidí acompañarlos.
En el vehículo de Pedro Castillo se encontraba su esposa, Lilia Paredes, su hija menor Alondra, y el ex primer ministro Aníbal Torres. Los acompañaba toda la escolta presidencial y su ‘sombra’ (guardaespaldas). Había un segundo vehículo donde estaba su hijo Arnold y su cuñada Yenifer Paredes.
Durante el desplazamiento de la comitiva, el coronel Walter Ramos recibió otra llamada del coronel Navarrete, advirtiéndole que tuviera cuidado porque había recibido información de un posible traslado de Pedro Castillo y su familia a la embajada de México, en la avenida Jorge Basadre, en San Isidro.
“En esos momentos estaba entre la espada y la pared, porque Pedro Castillo aún era presidente de la República, y si lo detenía, estaba en juego mi carrera en la institución policial. Era ahora o nunca”, dijo el coronel Ramos.
“Llamé al general Iván Lizzetti para reportarle sobre la situación y este me indicó que esperaba órdenes del alto mando policial. A los pocos minutos, Lizzetti dispuso la detención de Castillo porque estaba en flagrancia por el presunto delito de rebelión, abuso de autoridad e infracción a la Constitución Política del Perú. Así que, al llegar a la altura de la intersección de las avenidas Tacna y Nicolás de Piérola, el suboficial Nilo Irigoin Chávez, la ‘sombra’ del presidente, ordenó al suboficial Josep Grández López, conductor del vehículo de placa EGY-552, que acelere rumbo a la embajada de México”, añadió el coronel Ramos.
“Al tener conocimiento de que las ‘sombras’ del presidente Castillo querían llevarlo a como diera lugar a la embajada de México, dispuse que la comitiva se detuviera. Pero, como no hacían caso a las órdenes, nos adelantamos al ‘cofre’ presidencial y logramos neutralizarlos en la esquina de las avenidas España y Garcilaso de la Vega, aprovechando el cambio del semáforo. ‘Deténganse, deténganse!’, ordené al suboficial Josep Grández, que conducía el vehículo presidencial. Les dije a los miembros de la escolta: ‘Piensen en sus hijos. Si Pedro Castillo no va a la cárcel, iremos nosotros. Se doblegaron y condujeron al expresidente a la sede de la región policial Lima, ubicada en la avenida España. Comprendieron que lo mejor para el país era detener al expresidente Castillo”, apuntó el coronel Walter Ramos Gómez. El 7 de diciembre del 2022 no fue un día cualquiera.