La tensión en el paro alcanzó un punto crítico cuando los ronderos identificaron y detuvieron a cuatro agentes de la Policía Nacional de un grupo de inteligencia, a quienes acusaron de infiltración para tomar represalias.
Los agentes fueron atados y obligados a revelar su identidad en medio de la multitud. Posteriormente, los efectivos fueron sometidos a los usos y costumbres de la organización.